Casa Felicità Mare
El desafío de este proyecto fue renovar una casa existente para alojar nuevas formas de habitar, ampliándola con construcciones adicionales, y estableciendo modos de intervención donde las principales continuidades entre todos los elementos se dan por la articulación de espacios semicubiertos armónicamente integrados al paisaje.
La casa original, un bloque compacto de dos plantas dispuesto en la barranca frente al mar, fue construida en los años 90 cuando la localidad uruguaya de José Ignacio, al este de Punta del Este, mutaba de pueblo de pescadores a balneario exclusivo de 25 manzanas. La intervención actual expande y abre la casa hacia ese entorno natural privilegiado, extendiendo especialmente el nivel de la planta baja en un gran semicubierto complementado por un nuevo pabellón, con excepcionales vistas al atardecer sobre el puerto de pescadores.
La construcción existente de muros de ladrillo con techos de teja colonial conformaba un volumen tectónico tradicional, circundado por algunas galerías perimetrales. La renovación material 25 años después, interviene esa definición muraria dominante con un ensamble de nuevas tecnologías: estructuras de hormigón, muros de piedra, pérgolas y revestimientos en madera de lapacho natural que se agrisará con el tiempo, conformando límites más abiertos y tamizados, de comportamiento variable, contenidos entre el plano del semicubierto sobre planta baja y un piso homogéneo de piedra jura que materializa la continuidad entre interior y exterior.
El proyecto mantiene los criterios distributivos originales, con una planta alta para el área privada de dormitorios a nivel de la calle vehicular de acceso, y una planta baja con las áreas públicas y sus terrazas vinculadas con espacios deportivos y de esparcimiento. La nueva intervención busca la continuidad con la existente mediante una losa que se une al volumen original y envuelve al conjunto con una viga perimetral a modo de cinta. Un sistema de pérgolas y construcciones de madera completan las protecciones solares hacia el oeste en planta alta y cubren el acceso desde la calle. Los muros de piedra actúan como grandes zócalos para apoyarse en el terreno desde la playa, continuando hacia el frente opuesto a modo de cantero y tabique de contención.
El límite interior-exterior se regula con la apertura total de las carpinterías, generando grandes espacios de uso en verano, cuando la casa es ocupada para fiestas y vacaciones. Los vínculos desde la playa hacia la pileta, terrazas, galerías y áreas de estar, y seguidamente hacia las áreas de dormitorios en planta alta se conciben como transiciones graduales que definen formas muy diferenciadas de privacidad, pero que al mismo tiempo van recuperando en cada instancia un modo de asociarse con el paisaje a través de vistas y expansiones semicubiertas.
El proyecto investiga la oportunidad de transformar y ampliar una construcción existente tradicional para asociarse decididamente con el paisaje.
La adición de un pabellón moderno se integra a través de una gran losa que se extiende en forma de galerías y terrazas. Este elemento de unión estructural sintetiza la expresión de la nueva intervención en el conjunto, donde las cubiertas de tejas anaranjadas, las pérgolas y postigos de madera, y demás elementos se vinculan mediante esta pieza lineal, pura y blanca. Los bordes abiertos a las vistas y la ventilación, y la proyección de sombras definen tanto las transiciones entre construcciones nuevas y existentes como una arquitectura de enlace entre exteriores e interiores para darle forma a un modo singular de habitar junto al mar.
